martes, 22 de abril de 2008

En esta entrada queremos comentar la opinión publicada en el Periódico de Aragón por Patricia Gericó.
CIUDAD
Guerra a las palomas
Zaragoza

Las Cortes de Aragón se han propuesto acabar, por 21.000 euros, con un ¿novedoso? sistema de control de plagas, que consiste en unas jaulas trampa, donde se capturan con cebos, para luego eliminar a las palomas, usarlas como alimento y para entrenar a las rapaces.

El sistema, aparte de cruento, es ineficaz. Un reciente estudio de la Universidad de Barcelona sostiene que matando a las palomas de una ciudad sólo se consigue que vengan otras de fuera a reemplazarlas. Se comprobó que a los tres días el número de palomas era el mismo.

El método más utilizado en muchas ciudades de Europa y en algunas ciudades españolas es el uso de anovulatorios, que consiste en impregnar unos granos de maíz, cuyo sabor es repelente para otros animales, perros y gatos y el tamaño impide que lo ingieran otros pájaros. La reducción del número de palomas es así progresiva y no agresiva.


Postal muy típica de nuestras ciudades, tal y cómo nos muestra la fotografía tomada por el Sr. José Luís Revelles en el centro histórico de Barcelona.

Si bien la solución a la que se refiere me parece algo ingenua y de dudosa eficacia, creo que el camino que nos propone Pilar es el más adecuado. Me explico impedir que nuestras ciudades, se den los condicionantes para que las poblaciones de palomas crezcan descontroladamente. Evitando facilitar un hábitat (nidificación) y alimentos.
Se deberían proteger los edificios más problemáticos evitando la presencia y anidamiento de las palomas y se debería prohibir la alimentación de las mismas. Las capturas en casos concretos pueden ser útiles pero siempre tienen que ir acompañadas de las medidas anteriormente citadas.

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